jueves, 2 de mayo de 2013

La televisión y la escuela

La televisión y la escuela:

Junto a la familia y a la educación formal o reglada (educación Primaria y Secundaria), la televisión es una de las principales fuentes de conocimiento y de autoridad en las sociedades occidentales. A través de sus contenidos, el medio televisivo difunde modelos de vida, normas de comportamiento, valores sociales, etc., a los televidentes de todas las edades y de todas partes del mundo.

Tal y como señala Joan Ferrés  (1998), “una escuela que no enseña a ver televisión es una escuela que no educa”. Así, es deseable que las escuelas e institutos ofrezcan pautas de interpretación y de análisis, tanto del funcionamiento del conjunto televisivo como de sus programas principales: publicidad, series, filmes e informativos.
 

En el primer caso, educar en la televisión, se trata de convertir en materia de estudio al medio al que los niños dedican más horas diarias de atención. Para ello, maestros y profesores deben educar a sus alumnos en el lenguaje audiovisual, enseñar los mecanismos técnicos y económicos del funcionamiento del medio, y ofrecer herramientas para el análisis crítico de los programas que combatan el visionado fascinado y acrítico corriente.

En cambio, educar con la televisión implica incorporar didácticamente la oferta televisiva a todos los niveles de enseñanza del proceso de enseñanza-aprendizaje. A grandes rasgos, los materiales televisivos que pueden ser aprovechados en las aulas para complementar la formación en las distintas áreas pueden ser divididos en dos grandes grupos:

  1. Los programas educativos (pensados para la dinámica escolar y las múltiples necesidades curriculares) emitidos por televisiones educativas o por las televisiones públicas o privadas,
  2. El resto de la programación, caracterizada por su alta capacidad de motivación y seducción entre los alumnos.




Sin duda, la formación del profesorado es un elemento clave en la utilización o el rechazo de tecnologías audiovisuales en el proceso educativo. Los docentes manifiestan, básicamente, tres tipos de respuesta frente a las tecnologías audiovisuales, en general, y a la televisión en particular:

  • Unos niegan que la televisión contribuya positivamente al proceso educativo; le achacan a la televisión difundir un discurso basado en la fragmentación y en la discontinuidad, donde lo emocional prima por sobre lo racional. Para el discurso racionalista que manejan las instituciones educativas, la televisión es un enemigo de primer orden;
  • Hay quienes sólo utilizan la televisión o la reproducción de vídeos, de forma no sistemática, como mero apoyo adicional al trabajo que realizan en el aula;
  • Otros creen indispensable modificar el sistema educativo (infraestructura de los centros escolares, contenidos curriculares y formación de educadores) teniendo en cuenta el nuevo entorno tecnológico (Internet, incluida) y los nuevos contenidos audiovisuales y multimedia.


 
Pero, ¿la televisión es un instrumento útil para apoyar los procesos de enseñanza y aprendizaje?. Esta pregunta ha suscitado numerosos debates y parece ser que no se ha llegado a una respuesta rotunda, ya que su eficacia depende de numerosos factores.

Un informe elaborado por la empresa GECA (Gabinete de Estudios de la Comunicación Audiovisual), a mediados de los años 90, para la Secretaría de Educación de España, señala que "los niños que ven una programación educativa de calidad de forma regular aprenden más y mejor que los que no la ven; también se demuestra que la ayuda de un educador, padre o maestro durante el visionado de los programas mejora la calidad de aprendizaje del niño" (GECA, 1995).


Así, desde el punto de vista de la programación es posible distinguir:

  • Programas para niños y niñas en edad preescolar.
  • Programas para el nivel de educación Primaria.
  • Programas para el nivel de educación Secundaria.
  • Programas para el nivel de educación Universitaria.
  • Programas para la educación permanente de adultos.

En las últimas décadas, la irrupción de la televisión por cable y de las plataformas de televisión vía satélite directa al hogar ha propiciado el crecimiento exponencial de la cantidad de horas de programación ofertadas. Si bien es cierto que en su mayor parte éstas están dedicadas a ampliar una oferta de contenidos basada en el ocio y el entretenimiento, también lo es que los espacios dedicados a la formación y a la educación se han incrementado levemente.


Me gustaría centrarme en el caso del programa conocido como Barrio Sésamo, que seguro que todos conocéis. Yo, personalmente, me acuerdo de la cantidad de cosas que he aprendido gracias a este programa. Me parece uno de los mejores programas que han sido emitidos en programación infantil, porque su contenido era divertido y muy educativo.
 



Esta serie educativa, ideada a finales de la década de 1960 por Children’s Television Workshop (CTW), fue concebida con la finalidad de apoyar la educación preescolar de los niños en su primera infancia (de 3 a 5 años de edad). La base de su éxito estuvo en que, por primera vez, en un programa educativo se conjugaron técnicas propias de la televisión comercial y del mundo del entretenimiento con las aportaciones de profesionales de la educación y de las ciencias del comportamiento. Esto es: ritmos rápidos en los cambios de plano, una pensada banda sonora, variados recursos humorísticos y reiteración de mensajes al servicio de que los niños fueran capaces de reconocer y usar letras, números y formas geométricas...



La versión oficial en inglés fue emitida en más de cuarenta países, y la versión española de esta serie, titulada “Barrio Sésamo”, fue coproducida y emitida por Televisión Española (TVE) en los años 80. Muchos bautizaron a la serie como “el programa de Espinete”, en alusión a uno de sus protagonistas, un enorme erizo rosa llamado Espinete.

Asimismo, el sitio en Internet del programa, Sesamestreet.com, actualmente visitado por millones de usuarios, ofrece algo a cada miembro de la familia: juegos, historias, dibujos para colorear, consejos para padres y una comunidad interactiva para construir páginas web, entre otros recursos.


Finalmente, creo que aunque actualmente la escuela no utilice mucho este medio para el aprendizaje, debemos saber que la televisión desde siempre ha sido un instrumento más, que sirve para educar y culturizar a los niños.

En el caso de los educadores, si sabemos seleccionar con criterio y acierto los contenidos televisivos, podemos hacer de este recurso un elemento que sirva de gran ayuda para colaborar con la labor educativa de la escuela. Por ello, debemos apostar por una televisión educativa de calidad que responda a unos modelos y funciones contextualizados en una educación en medios de comunicación integral y plural.  


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